The Walking Dead – 1×02 – Tripas (Guts)


Habíamos dejado a Rick atrapado en un tanque y rodeado de zombies mientras una voz misteriosa al otro lado de la radio le decía: “Eh tu, capullo, si tu, el del tanque”.

No sé si os habrá pasado pero a mi me ocurre cada vez que veo una situación límite como esa, me pongo a pensar qué haría yo en ese momento. Lejos de elucubraciones al asesor telefónico de Rick no se le ocurre otra cosa que aconsejarle salir del tanque corriendo para salvar la vida, eso sí, antes le comenta que la vista desde su posición no es nada alentadora. Los que hayáis visto películas de zombies sabréis que éstos correr lo que se dice correr no corren mucho, sin embargo cuando te rodean cerca de mil la pregunta no es quién es más rápido sino cuántas balas te quedan.

La idea es sencilla: poner pies en polvorosa y llegar a un callejón donde nuestro amigo nos ayudará a escapar, pues manos a la obra. Rick sale por la trampilla del tanque y atraviesa una calle repleta de muertos vivientes para encontrarse con un chico de unos veintipico que le guía hasta una escalera, Glenn, atentos a él porque representará la bondad y el altruismo en medio de todo este caos. La escena siguiente es magnífica: zombies que hacen el intento de subir los peldaños mientras los dos supervivientes se encaraman a la azotea con el consuelo de morir en la caída y no devorados si tropiezan.

Reunión de grupo: Glenn no estaba sólo, hay más personajes en toda esta trama y casi todos señalan a Rick como culpable de haber atraído a los zombies hasta ellos. El ambiente está tenso, pero tranquilos que se va a poner peor, mucho peor.

Por primera vez en la serie aparece la política. En The Walking Dead se van a mojar incluso en temas peliagudos y como prueba un botón: Subiendo a la azotea el grupo se encuentra con Merle Dixon, personaje al que odiaréis en cuanto empiece a soltar lindeces, si no es así os recomiendo mirároslo :P. Merle se hace con el poder, rifle en mano, sin duda todo un alegato en contra de las dictaduras por parte de la serie, más aún cuando Rick decide restaurar la normalidad haciendo lo propio y esposando al déspota a una tubería oxidada… ¿Es esto una reflexión? ¿Acaso hay dictaduras positivas? ¿O es la mera revancha lo que queda patente en este caso? Sinceramente me quedo con la teoría de que nada es bueno o malo en este universo lleno de zombies. Ahora todo está justificado dependiendo de la situación y ya veréis como esta reflexión va a quedar rondando vuestras mentes, al menos durante un capítulo más, mientras que Merle esté encadenado a la azotea, porque será allí donde pase una larga temporadita.

Lo cierto es que hasta ahora no habíamos tenido momentos demasiado escatológicos para ser esta una serie sobre el fin del mundo y los muertos vivientes. Eso se acabó. Al no encontrar ninguna vía de escape al grupo se le ocurre una forma de pasar desapercibidos entre los zombies: al guiarse por el olor, si consiguen dejar de oler como humanos podrán llegar al coche que les llevará de vuelta al campamento. Si ahora os cuento que untarse la ropa con las vísceras de los zombies es la mejor forma para caminar entre ellos cómo os quedáis.

Quizás sobre el detalle de la lluvia; de repente cuando Glenn Y Rick están a medio camino, paseando entre los “caminantes”, se desata una tormenta. Como os habréis imaginado la facilidad para que desaparezca un olor tan nauseabundo como las tripas de un zombie es realmente sorprendente. Ahora toca correr, alcanzar la furgoneta y que Glenn haga de señuelo conduciendo un deportivo mientras suena la alarma. Esto atraerá a los “caminantes” y Rick podrá rescatar al resto del grupo sin zombies a la vista.

En medio de toda esta vorágine sucede una de las mejores escenas del capítulo: La caída de la llave.

Cuando parece que el grupo se decide a darle una segunda oportunidad al déspota de Merle Dixon, atado a aquella tubería oxidada, un castigo divino, ejemplar por supuesto, parece condicionar su salvación. La llave con la que abrir sus esposas termina cayendo por una alcantarilla y, entre súplicas e insultos, sus compañeros deciden dejarlo ahí: tostándose al sol y esperando a ser devorado por las hordas de zombies que entran en el edificio.

La reflexión no se nos puede pasar indiferente. Quien casi acaba con las esperanzas de todo el grupo iba a ser salvado, pero no son siempre las acciones humanas las que determinan el destino de uno, ¿O no?… En fin, pobre Merle, aunque tranquilos que esto no ha terminado.

El final del capítulo habla de culpabilidad, la de quienes dejaron allí arriba al tirano, esperando a mejor suerte. El grupo es rescatado y vuelve camino al campamento, y entre caras largas y tristeza destaca la felicidad de Glenn, conduciendo su deportivo por una carretera solitaria dejando atrás Atlanta y escapando de nuevo de la muerte.

Como regalo os dejamos un vídeo en el que se preguntan ¿Quién es Glenn?

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